Parte central de mi trabajo ha consistido en una reflexión permanente acerca de la dictadura y sus efectos en nuestros cuerpos y nuestras subjetividades. Esta acción tuvo varias partes y escenarios. Consistió básicamente en un disfraz precario creador con una caja de cartón con una foto de Pinochet tamaño natural, la que colocaba en mi cabeza, creando una efecto caricaturesco y travestido de la imagen icónica del dictador.

La primera de estas acciones fue realizada en las ciudades de Estocolmo y Gotemburgo en Suecia durante el Festival IAP (Internacional Auténticas Performances). En ese contexto preguntaba a las personas en la calle qué le dirían a un dictador. Además del efecto visual del personaje que provocó mayoritariamente risas y comentarios irónicos, recibí todo tipo de respuestas en diferentes idiomas incluyendo las respuestas de parte de la comunidad chilena en el exilio, para la que la imagen seguía siendo muy sensible.

Meses más tarde durante el 3° Encuentro de performances convocado por Escena Fractal  realicé la misma acción esta vez en la feria libre de la población Sebastopool en Santiago en la popular comuna de San Joaquín, ex barrio obrero del cordón industrial de la Unidad Popular. En esa ocasión yo pedí limosna sentada en una bandera de Chile con un cartón que decía “Arte chileno contemporáneo” y la caja con la foto de Pinochet. Esa vez las interacciones con el personaje fueron mucho más distantes y temerosas siendo solo un niño el que se atrevió a interactuar lúdicamente, quedando muy claro para mi las intensidades de las heridas históricas removidas con el signo usado.